Cada 12 de junio Paraguay y Bolivia conmemoran la Paz del Chaco, un evento crucial en la historia de ambos países. Para entender mejor las circunstancias que llevaron a este acuerdo, entrevistamos al historiador Claudio Velázquez, quien nos brindó una visión detallada sobre los eventos y las causas que desencadenaron la Guerra del Chaco (1932-1935).
Antecedentes y causas del conflicto
Velázquez explicó que ambos países enfrentaban una situación de indefinición de límites desde su independencia de la corona española. Esta falta de claridad territorial llevó al primer choque formal en 1887, conocido como el conflicto de Puerto Pacheco. «La principal causa de la guerra fue la falta de definición de límites», afirmó. «Más allá de lo que se haya escrito sobre las pretensiones petrolíferas, siempre sigue siendo la causa principal esa falta de definición de límites», agregó.
A lo largo de los años, se firmaron varios tratados que no fueron aprobados por los congresos respectivos, manteniendo viva la tensión. Bolivia comenzó a avanzar en el territorio con la construcción de fortines militares, lo que eventualmente provocó una respuesta de Paraguay en la década de 1920, aumentando la fricción y llevando al estallido del conflicto armado.
«Bolivia avanzaba y, a medida que pasaban los años, iba ocupando con fortines militares hasta que finalmente, desde la década de 1920, Paraguay comienza a pisar fuerte en el Chaco y esto es lo que lleva a la explosión de la situación desencadenándose la guerra», explicó Velázquez Llano.
Defensiva, ofensiva e influencias militares
El ejército paraguayo inicialmente tuvo que adaptarse a las duras condiciones del Chaco, enfrentándose no solo al enemigo boliviano, sino también al inhóspito terreno chaqueño. «Hay una primera etapa de asimilación de la situación, donde el ejército paraguayo entra en una suerte de escuela de guerra, aprende las dificultades del Chaco donde el clima era el principal enemigo», relató Velázquez.
La Batalla de Boquerón marcó un punto de inflexión, demostrando la capacidad de adaptación y resistencia del ejército paraguayo, que eventualmente logró expulsar a las fuerzas bolivianas del Chaco Boreal y avanzó hasta las estribaciones andinas, complicando la logística y el abastecimiento.
Además, según el entrevistado, «en términos de doctrina militar, la Guerra del Chaco fue un crisol de tácticas de la Primera Guerra Mundial, como el uso de trincheras, y elementos modernos que prefiguraban la Segunda Guerra Mundial, como la guerra relámpago», explicó.
Implicancias económicas, políticas y sociales de la Guerra del Chaco
El conflicto también tuvo impactos económicos y sociales significativos. Aunque el gobierno paraguayo manejó la economía de manera que los impactos no fueran tan profundos, contrayendo deudas con el Banco Alemán, la reincorporación de los soldados a la vida civil fue un proceso gradual y complejo. «Ese proceso de reincorporación del soldado a sus familias fue gradual, no fue fácil para ese soldado incorporarse nuevamente a sus familias», destacó el historiador.
En el ámbito político, la situación se tornó inestable, culminando en un golpe de estado en febrero de 1936, que derrocó al presidente Eusebio Ayala y desencadenó una serie de tumultos políticos. «En lo político, sí fue bastante desalentador el panorama, con frecuentes golpes de estado y turbulencias», añadió Velázquez.
Reconocimiento al heroísmo y los veteranos
La paz se alcanzó finalmente gracias a la intervención extranjera y al agotamiento económico de ambos países. En 1935 se firmó un protocolo de paz y en 1938, el tratado definitivo que estableció los límites. Velázquez resaltó las historias heroicas de la guerra, como la del general Eugenio Alejandrino Garay, que a sus 60 años caminó 70 kilómetros en el infernal Chaco para llevar agua a sus tropas. «Desde el general Eugenio Alejandrino Garay hasta el teniente Irala Fernández, célebremente conocido como Jakare Valija, hay muchas historias de heroísmo de oficiales y soldados», comentó.
El reconocimiento a los veteranos de guerra fue tardío y limitado. Durante muchos años, recibieron pensiones muy bajas que no les permitían sostenerse, y fue recién en la década de 1990 cuando sus compensaciones se equipararon al salario mínimo. «Durante muchísimo tiempo, el veterano combatiente tuvo que arreglárselas con otros oficios para el sustento suyo y de su familia», explicó Velázquez.
Es un error común pensar que el ejército paraguayo no estaba preparado para la guerra. Velázquez enfatiza que desde 1927, Paraguay se preparaba gradual y silenciosamente para enfrentar el conflicto. Esta preparación fue clave para su victoria militar, aunque la negociación diplomática implicó concesiones. «Militarmente, Paraguay ganó la guerra, pero en el ámbito diplomático, siempre hay que ser conscientes de que en una negociación no siempre será ganar, ganar», concluyó el entrevistado.
La Paz del Chaco no solo es un recordatorio de la capacidad de resistencia y adaptación de Paraguay, sino también una lección sobre la importancia de la diplomacia y la cooperación internacional para resolver conflictos prolongados.
Esta conmemoración nos invita a reflexionar sobre los sacrificios realizados y a honrar la memoria de quienes lucharon, al tiempo que reafirma la necesidad de la paz y la diplomacia como herramientas esenciales para la resolución de disputas territoriales.